sábado, 19 de noviembre de 2011

Aníbal


General Cartaginés (247-182 aC)

Aníbal: General y político cartaginés, hijo de Amílcar Barca, cuya marcha sobre Roma desde Hispania a través de los Alpes entre el 218 y el 217 aC sigue siendo una de las hazañas más grandiosas de la historia militar.
A los nueve años Aníbal acompañó a su padre en la expedición cartaginesa para conquistar Hispania. Antes de empezar, el niño prometió odio eterno a Roma, el enemigo más encarnizado de Cartago. Desde los 18 a los 25 años, Aníbal fue responsable de la realización de los planes de su cuñado Asdrúbal para extender y consolidar el control sobre la península Ibérica. Cuando Asdrúbal fue asesinado en el 221 aC, el Ejército eligió a Aníbal como comandante en jefe. En un periodo de dos años sometió el territorio entre los ríos Tajo y Iberus (Ebro), excepto la ciudad de Saguntum (Sagunto), aliada de los romanos, la cual fue tomada después de sitiarla durante ocho meses. Los romanos tildaron este ataque de violación del tratado existente entre Roma y Cartago y exigieron que ésta les entregara a Aníbal. Los cartagineses se negaron, lo cual precipitó (218-201 aC) la segunda de las Guerras Púnicas.
EL CRUCE DE LOS ALPES. La marcha de Aníbal sobre Roma comenzó en el 218 a.C. Partió de Cartago Nova (actual Cartagena), en Hispania, con un ejército de aproximadamente cien mil hombres, incluida la caballería y un número considerable de elefantes para transportar materiales y más tarde utilizarlos en la batalla. Cruzó los Pirineos y el río Ródano, atravesó los Alpes en quince días, a pesar de las tormentas de nieve, los desprendimientos de tierra y los ataques de las tribus hostiles de las montañas. Reclutó más hombres entre los ínsubros, un pueblo celta asentado en el norte de Italia, para compensar la pérdida de casi la mitad de sus hombres durante la larga marcha, y dominó a una tribu hostil a los ínsubros. Entonces obligó a las tribus ligures y celtas de la parte superior del curso del río Po a entrar en una alianza. Causó derrotas aplastantes a los romanos mandados por Publio Cornelio Escipión (el padre de Escipión el Africano) en las batallas de los ríos Tesino (Ticino) y Trebia (218 a.C.), y bajo el mando del cónsul romano Cayo Flaminio Nepote en el lago Trasimeno (217 a.C.). Después de cruzar los Apeninos e invadir las provincias romanas de Picenum y Apulia, Aníbal regresó a la fértil región de Campania, la cual asoló.
El general romano Quinto Fabio Máximo Verrucoso fue enviado desde Roma para oponerse a Aníbal, y adoptó una estrategia muy cauta. Evitó todo encuentro decisivo con las tropas cartaginesas, no obstante tuvo éxito manteniendo alejado de Roma a Aníbal, lo que permitió a los romanos recuperar sus reservas militares. Aníbal invernó en Gerontium, y en la primavera del 216 a.C. tomó posiciones en Cannas, junto al río Aufidus (actual Ofanto). Allí aniquiló al ejército romano compuesto por más de 50.000 hombres bajo el mando del cónsul Lucio Emilio Paulo, quien murió en la batalla. Cayo Terencio Varrón (muerto después del 200 a.C.) escapó con el remanente del ejército romano. Los cartagineses perdieron aproximadamente 5.700 hombres.
El curso de la guerra cambió gradualmente en contra de Aníbal. El gobierno cartaginés se negó a enviarle refuerzos. Marchó sobre Neapolis (Nápoles), pero fracasó en la toma de la ciudad. Sin embargo, Capua, una de las ciudades italianas que cayeron bajo dominio de Aníbal después de la victoria de Cannas, le abrió sus puertas y allí pasó el invierno del 216-215 a.C. En el 211 a.C., Aníbal intentó tomar Roma, pero los romanos mantuvieron con éxito sus posiciones. Entonces, los romanos recuperaron Capua, con lo cual Aníbal perdió la lealtad de muchos de sus aliados itálicos y las esperanzas de reponer sus tropas con nuevos soldados. Tras cuatro años de lucha poco convincente, Aníbal pidió ayuda a su hermano Asdrúbal Barca, quien inmediatamente salió de Hispania. No obstante, Asdrúbal fue sorprendido, derrotado y asesinado en el 207 a.C. por el cónsul romano Cayo Claudio Nerón en la batalla del río Metauro.
VICTORIA ROMANA. En el 202 a.C., después de cinco años y con la rápida caída del poderío militar de Cartago, Aníbal tuvo que volver a África para dirigir la defensa de su país contra una invasión romana a cargo de Escipión el Africano. Cuando se encontró con Escipión en Zama, al norte de África, sus inexpertos reclutas huyeron, muchos desertaron uniéndose a los romanos y los veteranos fueron reducidos. Cartago capituló ante Roma y la segunda Guerra Púnica llegó a su fin.
Tras la firma de un tratado de paz con Roma en el 201 a.C., Aníbal inmediatamente comenzó a preparar la reanudación de la lucha. Reformó la legislación cartaginesa, redujo la corrupción en el gobierno y dejó las finanzas de la ciudad en estado solvente. Sin embargo, los romanos lo acusaron de intentar romper la paz y fue obligado a salir de Cartago, refugiándose en la corte de Antíoco III, rey Seléucida de Siria. Luchó junto a Antíoco contra los romanos, pero cuando el monarca Seléucida fue derrotado en Magnesia del Sípilo (actual Manisa, en Turquía) en el 190 a.C. y firmó un tratado con Roma prometiendo la rendición de Aníbal, éste escapó para refugiarse con Prusias II, rey de Bitinia (que reinó en 192-148 a.C.), en el norte de Asia Menor. Cuando Roma pidió de nuevo, y consiguió, la entrega de Aníbal, éste se suicidó.

Alejandro Magno

Rey Macedonio (356-323 aC)

Alejandro III el Magno: Fue rey de Macedonia (336-323 aC), conquistador del Imperio persa, y uno de los líderes militares más importantes del mundo antiguo.
LAS PRIMERAS CONQUISTAS. Alejandro nació en Pela, la antigua capital de Macedonia; era hijo de Filipo II, rey de Macedonia, y de Olimpia, princesa de Epiro. Aristóteles fue su tutor, enseñándole retórica y literatura, y estimuló su interés por la ciencia, la medicina y la filosofía. En el verano del año 336 aC Filipo fue asesinado y Alejandro ascendió al trono de Macedonia. Se encontró rodeado de enemigos y se vio amenazado por una rebelión en el extranjero. Alejandro ordenó la ejecución de todos los conspiradores y enemigos nacionales. Marchó sobre Tesalia, donde los partidarios de la independencia habían obtenido el control, y restauró el dominio macedónico. Hacia finales del verano del 336 aC había restablecido su posición en Grecia y un congreso de estados en Corinto lo eligió comandante del Ejército griego para la guerra contra Persia. En el 335 aC dirigió una campaña brillante contra los rebeldes tracios cerca del río Danubio. A su regreso a Macedonia, reprimió en una sola semana a los hostiles ilirios y dardanelos cerca del lago Pequeño Prespa y después se dirigió hacia Tebas, que se había sublevado. Tomó la ciudad por asalto y arrasó sus edificios, respetando sólo los templos y la casa del poeta lírico Píndaro, esclavizando a unos treinta mil habitantes capturados. La rapidez de Alejandro en reprimir la sublevación de Tebas facilitó la inmediata sumisión de los otros estados griegos.
LA CREACIÓN DE UN IMPERIO. Alejandro comenzó su guerra contra Persia la primavera del 334 a.C. al cruzar el Helesponto (actualmente Dardanelos) con un ejército de unos 365.000 hombres de Macedonia y de toda Grecia; sus oficiales jefes eran todos macedonios, incluidos Antígono (más tarde Antígono Monoftalmos), Tolomeo (más tarde Tolomeo I) y Seleuco (más tarde Seleuco I). En el río Gránico, cerca de la antigua ciudad de Troya (en la actual Turquía), atacó a un ejército de 40.000 persas y griegos hoplitas (mercenarios). Sus fuerzas derrotaron al enemigo y, según la tradición, sólo perdió 110 hombres; después de esta batalla, toda Asia se rindió. Al parecer, en su camino a través de Frigia cortó con su espada el nudo gordiano. Continuó avanzando hacia el sur y se encontró con el ejército principal persa, bajo el mando de Darío III, en Isos, en el noroeste de Siria. Según la tradición, el ejército de Darío se estimaba en 500.000 soldados, cifra que hoy es considerada exagerada. La batalla de Isos, en el año 333 a.C., terminó con una gran victoria de Alejandro. Aunque cortó la retirada, Darío huyó, abandonando a su madre, esposa e hijos a Alejandro, quien les trató con respeto debido a su condición de familia real. Tiro, un puerto marítimo muy fortificado, ofreció una resistencia obstinada, pero Alejandro lo tomó por asalto en el 332 a.C. después de un asedio de siete meses. Seguidamente, Alejandro capturó Gaza y después pasó a Egipto, donde fue recibido como libertador. Estos acontecimientos facilitaron el control de toda la línea costera del Mediterráneo. Más tarde, en el 332 a.C., fundó en la desembocadura del río Nilo la ciudad de Alejandría, que se convirtió en el centro literario, científico y comercial del mundo griego. Cirene, la capital del antiguo reino de Cirenaica, en el norte de África, se rindió a Alejandro en el 331 a.C., extendiendo sus dominios a todo el territorio de Cartago.
En la primavera del 331 a.C. Alejandro hizo una peregrinación al gran templo y oráculo de Amón-Ra, el dios egipcio del Sol a quien los griegos identificaron con Zeus. Se creía que los primeros faraones egipcios eran hijos de Amón-Ra, y Alejandro, el nuevo dirigente de Egipto, quería que el dios le reconociera como su hijo. La peregrinación tuvo éxito, y quizá confirmara la creencia de Alejandro en su propio origen divino. Dirigiéndose de nuevo hacia el norte, reorganizó sus fuerzas en Tiro y salió hacia Babilonia con un ejército de 40.000 infantes y 7.000 jinetes. Cruzó los ríos Éufrates y Tigris y se encontró con Darío al frente del ejército persa, el cual, según informes exagerados, llevaba un millón de hombres, cantidad que no impidió que sufriera una derrota devastadora en la batalla de Arbela (Gaugamela) el 1 de octubre del 331 a.C. Darío huyó al igual que hizo en Isos y un año más tarde fue asesinado por uno de sus propios colaboradores. Babilonia se rindió después de Gaugamela, y la ciudad de Susa, con sus enormes tesoros, fue igualmente conquistada. Más tarde, hacia mitad del invierno, se dirigió a Persépolis, la capital de Persia. Después de robar los tesoros reales y apropiarse de un rico botín, quemó la ciudad, lo cual completó la destrucción del antiguo Imperio persa. El dominio de Alejandro se extendía a lo largo y ancho de la orilla sur del mar Caspio, incluyendo las actuales Afganistán y Beluchistán, y hacia el norte a Bactriana y Sogdiana, el actual Turkestán ruso, también conocido como Asia central. Sólo le llevó tres años, desde la primavera del 330 a.C. hasta la primavera del 327 a.C., dominar esta vasta zona.
Para completar la conquista del resto del Imperio persa, que en tiempos había incluido parte de la India occidental, Alejandro cruzó el río Indo en el 326 a.C. e invadió el Punjab, alcanzando el río Hifasis (actual Bias); en este punto los macedonios se rebelaron, negándose a continuar. Entonces Alejandro construyó una flota y bajó navegando el Hidaspo (llamado Hydaspes por los griegos, donde derrotó al dirigente indio Poros en el 326 a.C.) hacia el Indo, alcanzando su delta en septiembre del 325 a.C. La flota continuó hacia el golfo Pérsico. Con su ejército, Alejandro cruzó el desierto de Susa en el 324 a.C. La escasez de comida y agua durante la marcha había causado varias pérdidas y desacuerdos entre sus tropas. Alejandro pasó aproximadamente un año organizando sus dominios e inspeccionando territorios del golfo Pérsico donde conseguir nuevas conquistas. Llegó a Babilonia en la primavera del 323 a.C., pero en junio contrajo fiebres y murió. Dejó su Imperio, según sus propias palabras, "a los más fuertes" este ambiguo testamento provocó terribles luchas internas durante medio siglo.
EL LEGADO. Alejandro fue uno de los mayores conquistadores de la historia, destacó por su brillantez táctica y por la velocidad con la que cruzó grandes extensiones de terreno. Aunque fue valiente y generoso, supo ser cruel y despiadado cuando la situación política lo requería, aunque cometió algunos actos de los que luego se arrepintió, caso del asesinato de su amigo Clito en un momento de embriaguez. Como político y dirigente tuvo planes grandiosos; según muchos historiadores abrigó el proyecto de unificar Oriente y Occidente en un imperio mundial, una nueva e ilustrada hermandad mundial de todos los hombres. Hizo que unos 30.000 jóvenes persas fueran educados en el habla griega y en tácticas militares macedónicas y les alistó en su Ejército. Él mismo adoptó costumbres persas y se casó con mujeres orientales: con Estatira (o Stateira; que murió hacia el 323 a.C.), la hija mayor de Darío III, y con Roxana (que murió hacia el 311 a.C.), hija del sátrapa de Bactriana Oxiartes; además animó y sobornó a sus oficiales para que tomaran esposas persas. Poco después murió. Alejandro ordenó que las ciudades griegas le adoraran como a un dios. Aunque probablemente dio la orden por razones políticas, según su propia opinión y la de sus contemporáneos, se le consideraba de origen divino. Tras su muerte, la orden fue en gran parte anulada.
Para unificar sus conquistas, Alejandro fundó varias ciudades a lo largo de su marcha, muchas se llamaron Alejandría en honor a su persona; estas ciudades estaban bien situadas, bien pavimentadas y contaban con buenos suministros de agua. Eran autónomas pero sujetas a los edictos del rey. Los veteranos griegos de su Ejército al igual que soldados jóvenes, negociantes, comerciantes y eruditos se instalaron en ellas y se introdujo la cultura y la lengua griega. Así, Alejandro extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del periodo helenístico y la posterior expansión de Roma.

Ricardo I

Rey Inglés (1157-1199)

Ricardo I Corazón de León: Tercer hijo del rey Enrique II y de Leonor de Aquitania, nació en Oxford. Todavía era un niño cuando fue prometido en matrimonio a la hija del rey de Francia Luis VII. En el año 1172 recibió, como herencia de su madre, el ducado de Aquitania en Francia. Dedicó sus primeros años a combatir contra su padre, con el fin de proteger sus propios intereses; en esta contienda se reveló como un brillante militar. Se convirtió en rey de Inglaterra en 1189 y poco después partió con la tercera Cruzada hacia Tierra Santa. Le acompañó el joven monarca francés Felipe II Augusto, hijo de Luis VII, y el emperador Federico I Barbarroja, que falleció durante la expedición. Esta Cruzada resultó un fracaso casi desde su inicio, debido principalmente a la falta de armonía entre los dos soberanos. En Sicilia, Ricardo discutió con Felipe y se negó a casarse, tal como estaba previsto, con la hermana de éste. En vez de ello contrajo matrimonio con Berenguela de Navarra en Chipre, isla que había conquistado en 1191. En ese mismo año, tras capturar San Juan de Acre a los sarracenos, Ricardo ejecutó a 2.700 prisioneros de guerra musulmanes. Sin embargo, fue el valor personal de Ricardo exhibido en Tierra Santa, más que su crueldad, lo que convirtió su nombre en una leyenda. Las discusiones sobre la política a seguir en Tierra Santa originaron la ruptura entre los dos reyes, y Felipe regresó a Francia. Ricardo mantuvo durante meses una pugna irresoluta con Saladino, sultán de Egipto y Siria, antes de establecer una tregua por la cual Jerusalén quedaba en manos de éste. Capturado, camino de Inglaterra por Leopoldo V, duque de Austria, Ricardo fue entregado al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique IV. Fue liberado en 1194 tras pagar un elevado rescate. Regresó a Inglaterra y sometió a su hermano Juan Sin Tierra (posterior rey de Inglaterra) que durante su ausencia había estado conspirando con Felipe para usurpar el trono inglés. Tras dejar el gobierno de Inglaterra en las manos del capaz Hubert Walter, arzobispo de Canterbury, Ricardo marchó a Francia en el año 1194 para combatir contra el monarca francés. Las campañas militares en defensa de sus posesiones en el continente se prolongaron durante cinco años. Victorioso en la mayoría de las batallas en que participó, recibió una herida mortal de flecha durante una escaramuza insignificante en 1199.
Como rey, Ricardo escogió ministros competentes a los que confió la mayor parte de los asuntos de gobierno. Sin embargo, Inglaterra sufrió bajo su reinado elevados impuestos, establecidos para financiar sus expediciones. En ocasiones cruel, en ocasiones magnánimo, y siempre valeroso, estaba versado en los ideales caballerescos de su tiempo; también fue poeta. Se convirtió en el héroe de muchos relatos legendario
s.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Hernán Cortés

Conquistador Español (1485-1547)

Hernán Cortés: Nacido en Medellín (Badajoz), tuvo por padres a Martín Cortés y a Catalina Pizarro, emparentada ésta con la familia del mismo apellido, avecindada en Trujillo (Cáceres). Se dice que por algún tiempo fue estudiante en la Universidad de Salamanca. De hecho, Cortés se preciaba de su conocimiento del latín, los romances y la historia, lo que le permitió expresarse con soltura y atildado estilo en sus varios escritos y de modo particular en sus Cartas de relación. Liado en aventuras amorosas, interrumpió sus estudios, si bien poco después aprendió el oficio de escribano en Valladolid.
LLEGADA A AMÉRICA. A los 19 años, se embarcó con rumbo a Santo Domingo, en donde actuó como escribano en la villa de Azua. Acompañó a Diego Velázquez de Cuéllar en 1511 en la conquista de Cuba. Fue luego secretario del mismo y más tarde alcalde de Baracoa. A pesar de que tuvo dificultades con Diego Velázquez, al casarse en 1514 con Catalina Juárez Marcaida, logró que él fuera su padrino. Esta relación, así como el conocimiento de las capacidades de Cortés, propiciaron que, después de las dos expediciones a la tierra firme de lo que hoy es México, las capitaneadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, confiara el gobernador Velázquez a Cortés la organización de una tercera expedición.
El gran interés que puso Cortés en la preparación de lo tocante a la Armada que iba a capitanear, despertó en Diego Velázquez sospecha de traición. Sin embargo, no pudo impedir que el 18 de febrero de 1519 zarpara llevando 11 navíos, más de 500 soldados, cerca de 100 marineros, 16 caballos, 14 cañones, 32 ballestas y 13 escopetas. Pocos días después llegó a la isla de Cozumel, de la que los indígenas se habían retirado. Entrando al fin en contacto con algunos, inquirió acerca de los náufragos españoles que sabía se hallaban cautivos en las tierras cercanas. Para sorpresa general, apareció entonces Jerónimo de Aguilar, que habría de convertirse en inapreciable colaborador de Cortés, gracias a su conocimiento de la lengua maya. A través de él se supo que el otro náufrago sobreviviente, Gonzalo Guerrero, no había querido salir al encuentro de los españoles.
Las embarcaciones de Cortés costearon luego los litorales de la península de Yucatán hasta el río de Tabasco, que se conoció ya como Grijalva. En el pueblo de Centla, en Tabasco, ocurrió el primer enfrentamiento bélico con los indios. Consumada la victoria de Cortés, los señores mayas agasajaron a los españoles haciéndoles entrega de veinte jóvenes mujeres entre las que estaba la célebre Malintzin o Malinche. Esta última fue entregada a Alonso Hernández Portocarrero.
Continuando la navegación, llegó Cortés a la región conocida como Chalchicueyecan ('el lugar de la diosa de la falda de jade'), en donde el Viernes Santo de 1519 hizo la fundación de la Villa Rica de la Veracruz. Cortés, decidido a romper toda relación de obediencia con Diego Velázquez, creó el cabildo de esa Villa Rica, el cual a su vez lo nombró capitán general y justicia mayor. Acerca de esto informaría él muy pronto al emperador Carlos V (Carlos I de España). De este modo, su única vinculación iba a ser ya con la monarquía.
Estableció luego Cortés contacto con indígenas totonacas en Zempoala. Recibió también una primera embajada del soberano azteca Moctezuma II con grandes presentes de joyas, oro, plumajes y varios atavíos. Según los testimonios indígenas que se conservan, Moctezuma, hondamente preocupado por las noticias que le llegaban de las costas del golfo de México, pensó que los recién venidos eran Quetzalcóatl y otros dioses que lo acompañaban. Nuevamente envió mensajeros que llevaron, entre otras cosas, dos grandes discos, uno de oro y otro de plata, artísticamente trabajados. Esos mensajeros regresaron a Tenochtitlán y refirieron a Moctezuma todo lo que habían visto. El señor de los aztecas (mexicas) se sumió entonces en profunda consternación.
Hernán Cortés dispuso una embajada que debía zarpar con rumbo a España. Se redactó entonces la que se conoce como Carta del Cabildo, fechada el 10 de julio de 1519. En ella se hacía saber a Carlos V que el dicho cabildo había nombrado a Cortés capitán general y justicia mayor. Dos semanas después, se embarcaron los enviados de Cortés, yendo como procuradores Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo. Llevaron consigo presentes para el Emperador, entre ellos algunos códices indígenas. Poco después, Cortés ordenó el desmantelamiento de sus naves, y, a mediados de agosto de ese mismo año, emprendió su salida hacia el interior de México.
Dejando en la Villa Rica de la Veracruz al ayuntamiento que había fundado, salió con 400 peones, 15 jinetes, 6 piezas de artillería, así como varios centenares de indígenas que llevaban los alimentos y la impedimenta. Después de cruzar la sierra, se aproximó a la región tlaxcalteca. Valiéndose de un grupo otomí sometido a ellos, los tlaxcaltecas pusieron a prueba la fuerza militar de los españoles. Al ver cómo los otomíes eran fácilmente vencidos, quedaron persuadidos de que esos blancos barbudos eran mucho más poderosos. Decidieron entonces aliarse con ellos, con la esperanza de derrotar así a sus antiguos enemigos, los señores de Tenochtitlán. A finales de septiembre de 1519, los españoles entraron en la capital de los tlaxcaltecas, Ocotelulco, quedando desde entonces como aliados.
Cortés prosiguió su avance hacia la metrópoli de los aztecas. Según los cronistas españoles, al pasar por la gran ciudad de Cholula (ciudad sagrada de los aztecas, en la actualidad Cholula de Rivadabia), sometida entonces al poderío azteca, se descubrió una traición de sus habitantes dirigida a dar muerte a los españoles. Según las crónicas indígenas, la traición fue perpetrada en realidad por los mismos españoles y los aliados indígenas. El hecho es que allí tuvo lugar una matanza de indígenas por orden de Hernán Cortés.
CONQUISTA DE MÉXICO. El 8 de noviembre de 1519, después de atravesar los volcanes, Cortés y su gente hicieron su primera entrada en Tenochtitlán, llegando por la calzada de Iztapalapa que unía por el sur a la ciudad con la ribera del lago. Alojados en los palacios reales, pudieron percatarse de la grandeza y poderío de la ciudad. Moctezuma, que los recibió como huéspedes, pronto se convirtió en su prisionero. En mayo de 1520, llegó Pánfilo de Narváez a la región de Zempoala, enviado por el gobernador de Cuba para deponer y hacer preso a Cortés. Éste salió de Tenochtitlán para hacerle frente y derrotó a Narváez en Zempoala, lo cual le permitió acrecentar el número de sus hombres, ya que muchos de los que venían con Narváez se pasaron a sus filas. En tanto que Cortés había estado fuera, Pedro de Alvarado acometió súbitamente a los aztecas durante la gran fiesta de Tóxcatl, en honor de su dios Huitzilopochtli. Los textos indígenas que hablan de ese episodio son en verdad dramáticos.
Al regresar Cortés a la ciudad, y encontrarla muy agitada, consideró que lo mejor era salir de ella a ocultas. Fue entonces cuando perdió la vida Moctezuma. Según unos, al tratar de apaciguar a los aztecas, le lanzaron éstos varias pedradas, una de las cuales lo hirió en la cabeza; según otros, a mano de los españoles, que le dieron más de una cuchillada en el bajo vientre. La noche del 30 de junio de ese año, Cortés y sus hombres, con gran sigilo, abandonaron la ciudad. Los aztecas, que dieron la voz de alarma, los acometieron con furia. Los españoles perdieron entonces más de la mitad de sus hombres así como todos los tesoros de que se habían apoderado. Esta derrota se conoce con el nombre de la Noche Triste.
Los conquistadores marcharon en busca del auxilio de sus aliados tlaxcaltecas y no fue sino hasta casi un año después, es decir, el 30 de mayo de 1521, cuando dieron principio al asedio formal de la ciudad de Tenochtitlán. Para ello, Cortés concentró a más de 80.000 tlaxcaltecas y reforzó sus propias tropas con la llegada de otras varias expediciones a Veracruz. Desde finales de abril de ese mismo año, había botado al agua trece bergantines que jugaron un papel muy importante en el asedio de la isla, donde se erigía la ciudad que habría de pasar a ser conocida como México.
Las crónicas indígenas hablan de la elección del señor Cuitláhuac como sucesor de Moctezuma y de la epidemia de viruelas en la que murieron él y otros muchos. También describen con pormenor la nueva elección y actuaciones del joven príncipe Cuauhtémoc. Unos y otros, los cronistas españoles e indígenas, refieren luego lo que fueron el asedio y la resistencia indígena a lo largo de casi ochenta días de sitio. El 13 de agosto de 1521, cayó la ciudad de México-Tenochtitlán en manos de Hernán Cortés, quien aprisionó al joven Cuauhtémoc. Cortés se establece entonces en Coyoacán, en tanto que se procedía a la reconstrucción de la ciudad de México, concebida con nueva planta al modo renacentista. Su mujer, Catalina Juárez Marcaida, llegó procedente de Cuba y unos meses después falleció misteriosamente en Coyoacán. En agosto del mismo 1523, desembarcan los tres franciscanos flamencos, Pedro de Gante, Juan de Tecto y Juan de Ayora. Enterado Cortés de que Cristóbal de Olid, enviado suyo a la región de las Hibueras, se había rebelado, dispuso entonces una expedición para someterlo. Abandonó Cortés la ciudad de México en 1524, dejándola al cargo de varios oficiales reales, los cuales, además de reñir entre sí, cometieron numerosos atropellos. Cortés, tras una expedición llena de sinsabores e inútil, porque, al llegar a las Hibueras ya había muerto Cristóbal de Olid, regresó a la ciudad de México hacia mediados de 1526.
Casi simultáneamente, recibió una orden de Carlos V para que enviara una armada hacia las Molucas en auxilio de las que, zarpando desde España, habían llegado a esas islas. Coincidió todo esto con la venida del juez Luis Ponce de León para tomar juicio de residencia a Cortés. Muerto aquél poco tiempo después, se hizo cargo del juicio Marcos de Aguilar. Éste falleció asimismo en pocos días. Cortés, que tenía ya en construcción varias embarcaciones, despachó tres con rumbo a las Molucas y a las órdenes de Álvaro de Saavedra Cerón, su primo, para auxiliar a la armada de fray García Jofre de Loaisa. Esa armada zarpó de Zihuatanejo el 31 de octubre de 1528. Uno de los barcos de la misma llegó a las Molucas.
GOBIERNO DE CORTÉS. Entrado ya el año siguiente, y obedeciendo instrucciones de Carlos V, Cortés emprendió un viaje a España. Llegó al puerto de Palos de la Frontera (Huelva), y, tras pasar por Sevilla, Medellín (su localidad natal) y el monasterio de Guadalupe (Cáceres), se entrevistó con el Emperador en Toledo. Aunque no recobró el gobierno de Nueva España, obtuvo al menos el título de marqués del Valle de Oaxaca, así como 22 villas y 23.000 vasallos. Casado con Juana de Zúñiga, hija del conde de Aguilar, regresó a México hacia mediados de 1530.
Nueva España se encontraba entonces perturbada debido a los desmanes de Nuño Beltrán de Guzmán, que había sido nombrado presidente de la primera audiencia. Cortés tuvo que hacer frente a los miembros de dicha audiencia, que le impidieron la entrada a la capital. Hallándose en Texcoco, su madre, Catalina Pizarro, que había venido con él, terminó allí sus días. Un año después, se instaló una segunda audiencia, con Sebastián Ramírez de Fuenleal como presidente de la misma.
Con base en las capitulaciones que había celebrado durante su estancia en España, Cortés emprendió en 1532 una serie de expediciones en el mar del Sur (océano Pacífico). A mediados de ese año, envió dos naves al mando de Diego Hurtado de Mendoza, sin alcanzar resultado alguno. El propio Cortés dirigió personalmente en Tehuantepec la construcción de otras naves. Al año siguiente, zarparon otras dos embarcaciones desde el puerto de Santiago, en Colima. Una de ellas, al mando de Hernando de Grijalva, descubrió en 1533 algunas de las islas que componen el archipiélago que, muchos años más tarde, recibiría el nombre de Revillagigedo. La otra, al frente de la cual iba Diego Becerra, tras un motín a bordo, alcanzó a llegar al extremo sur de la Baja California, donde la mayor parte de los que iban a bordo perdieron la vida en un enfrentamiento con los indios.
ÚLTIMOS AÑOS. Porfiando con la fortuna, según la expresión de su mujer Juana de Zúñiga, Cortés emprendió en 1535 una tercera expedición yendo personalmente al frente de ella. Fundó entonces una pequeña colonia en la bahía de la Paz, que designó como de la Santa Cruz. Más de un año después, regresó a México sin haber alcanzado cosa alguna en esa tierra que más tarde se llamó California. Incansable, envió luego dos naves con rumbo al Perú para auxiliar a Francisco Pizarro, quien se encontraba sitiado en Lima. En 1537, dio principio a una ruta de comercio marítimo, desde el puerto de Huatulco hasta Panamá y el Perú. En 1539, despachó su cuarta expedición al mar del Sur. Encomendó esta empresa al capitán Francisco de Ulloa, que penetró hasta la desembocadura del río Colorado y, regresando hasta el extremo sur de la península, remontó por el Pacífico hasta más allá de la isla de Cedros. Como muestra la cartografía universal que se producía entonces, gracias a las expediciones de Hernán Cortés comenzó a conocerse mejor el perfil geográfico de los litorales del Pacífico norte.
Para hacer defensa de sus derechos, Cortés emprendió un nuevo viaje a España. Entre otras cosas dirigió allí un memorial a Carlos V quejándose de los agravios que, en su opinión, había recibido del primer virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza. En 1541, participó en la fracasada expedición a Argel. Los restantes años de su vida, que transcurrieron todos en España, fueron para Cortés un tiempo difícil en el que se vio envuelto en una serie de litigios y agobiado por el nunca terminado juicio de residencia.
Con intención de regresar a México, llegó a Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, donde dictó su testamento. El 2 de diciembre de 1547 murió a la edad de 62 años. Le sobrevivieron su mujer, sus hijos Martín y Luis; así como el otro Martín que había tenido con Malinche, y María, Catalina y Juana, nacidas de su esposa, además de otros tenidos también fuera de matrimonio, como aquella Leonor nacida de Isabel de Moctezuma.El primer entierro de Cortés fue en la iglesia de San Isidoro del Campo, en Sevilla. Años después, sus restos fueron trasladados a Nueva España y enterrados en la iglesia adjunta al convento de San Francisco, en Texcoco. De allí pasaron a la capilla mayor del convento de San Francisco, en la ciudad de México. Su último reposo lo alcanzó en la iglesia de Jesús Nazareno, contigua al hospital de Jesús fundado por él. En la actualidad, se conservan en una urna colocada en un nicho en el muro del costado del Evangelio. Numerosas son las biografías que se han escrito acerca del conquistador de México. Algunos lo han considerado un villano y otros un héroe. La historiografía moderna ha logrado una imagen más equilibrada de este personaje ciertamente extraordinario.

Enrique V

Rey Inglés (1387-1422)

Enrique V: Fue rey de Inglaterra (1413-1422), famoso por sus victoriosas campañas militares contra Francia, nació en Monmouth en agosto o septiembre del año 1387. Fue hijo y sucesor de Enrique IV. En 1403 comandó el ejército real que derrotó a la familia rebelde de los Percy, dirigida por sir Henry Percy, en la batalla de Shrewsbury. También estaba al frente de las tropas inglesas que sofocaron la revuelta del príncipe galés Owen Glendower. Incapacitado su padre por enfermedad, Enrique encabezó el Consejo Real (1410-1411), del que fue separado después de una discusión política con su padre. Cuando subió al trono en 1413, Enrique V devolvió al hijo de sir Henry Percy sus tierras y títulos. También volvió a enterrar de forma honrosa, en la abadía de Westminster, los restos de Ricardo II, destronado por Enrique IV y muerto en prisión durante el reinado de éste. El nuevo rey continuó la política de su padre al perseguir a la secta religiosa de los lolardos, y ejecutó en 1417 a su líder, sir John Oldcastle.
En 1415, Enrique declaró la guerra a Francia, venciendo en ese mismo año en la batalla de Agincourt. Al año siguiente se alió con el emperador del Sacro Imperio Romano, Segismundo, y en 1417 inició la conquista de Normandía, que concluyó con la toma de Ruán dos años más tarde. Firmó un tratado de paz en Troyes con Carlos VI de Francia, en 1420, por el que se concertó su matrimonio con Catalina de Valois, hija de Carlos, y se aseguró de este modo la promesa de la sucesión al trono de Francia a la muerte de Carlos VI. Cuando Enrique regresó a Inglaterra en 1421, dejó a su hermano Tomás, duque de Clarence, como gobernador de Normandía. Los franceses se opusieron a la soberanía inglesa y derrotaron al Duque. Enrique regresó a Francia y llevó a cabo una tercera campaña, pero cayó enfermó y murió. Era el gobernante más influyente en Europa occidental en el momento de su muerte, ocurrida en Vincennes, Francia, el 31 de agosto de 1422. Le sucedió su hijo Enrique VI.

Leónidas

Rey Espartano (aprox 515-480 aC)

Leónidas: Se destaca como figura histórica por su defensa heroica del estrecho desfiladero de las Termópilas contra las tropas persas de Jerjes I en el 480 a.C. Con un ejército que superaba los mil hombres, de los cuales trescientos eran espartanos, Leónidas resistió la invasión durante dos días, tiempo suficiente para que la flota griega se retirara del cabo Artemision. El desertor Efialtes (originario de la ciudad de Traquis, en Tesalia), le traicionó mostrando a Jerjes un paso distinto, al otro lado de la montaña. Leónidas, al enterarse que iba a ser atacado por la retaguardia, puso a la mayoría de su tropa a salvo. Se quedó atrás con los espartanos y casi 700 hombres de la ciudad de Tespias que se negaron a irse. Leónidas y sus hombres murieron luchando. El historiador griego Heródoto relató la batalla de las Termópilas en su obra titulada Historias.

Washington

General Estadounidense (1732-1799)

George Washington: Fue comandante en jefe del Ejército Continental durante la guerra de la Independencia estadounidense y más tarde primer presidente de Estados Unidos.
Washington nació el 22 de febrero de 1732 en el condado de Westmoreland, Virginia. Si bien no destacó por una sólida formación intelectual, pronto adquirió gran destreza como jinete y como participante en las actividades deportivas de la sociedad de plantadores de Virginia a la que pertenecía su familia. En 1749 fue nombrado inspector oficial del condado de Culpeper y durante los dos años siguientes realizó muchas inspecciones y estudios de terrenos de la frontera de Virginia. En 1753 fue elegido ayudante del distrito sur de Virginia con el grado de comandante.
PRIMERAS EXPERIENCIAS MILITARES. Washington participó en los acontecimientos previos al inicio de la Guerra Francesa e India. El vicegobernador de Virginia le eligió para comunicar a las fuerzas francesas el ultimátum para que éstas cesaran sus incursiones en el valle del río Ohio. Después de cumplir con éxito su misión, Washington (por entonces teniente coronel de la milicia), recibió órdenes de comandar una expedición para proteger a los trabajadores que estaban levantando un fuerte en los horcajos del río Ohio. Habiéndose enterado de que los franceses habían expulsado a los obreros y renombrado el lugar como Fort Duquesne, atrincheró a sus hombres en un campamento llamado Fort Necessity y esperó refuerzos. Un asalto francés le obligó a aceptar las condiciones de rendición y tuvo que marcharse con lo que quedaba de su compañía.
Washington renunció a su cargo en 1754, pero en mayo de 1755 se alistó voluntario para servir como ayuda de campo del general británico Edward Braddock. En agosto de 1755 fue elegido (con el grado de coronel) para comandar el regimiento de Virginia, cuyas fronteras defendió y mantuvo a salvo cuando se declaró la guerra entre Francia y Gran Bretaña.
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESTADOUNIDENSE. Tras la muerte de su hermanastro mayor Lawrence, Washington heredó la plantación familiar de Mount Vernon. El espectacular aumento del precio del tabaco en las décadas de 1730 y 1740, junto con su matrimonio en 1759 con Martha Custis, una joven viuda propietaria de un gran terreno, le convirtieron en uno de los hombres más ricos de Virginia. Elegido miembro de la cámara baja de Virginia en 1758, donde prestó servicios durante 17 años, también ejerció como juez de paz del condado de Fairfax.
Al igual que otros plantadores de Virginia, Washington se alarmó por las medidas tomadas por la Corona y el Parlamento británicos para gravar con impuestos a las colonias en la década de 1760 y principios de la de 1770. En julio de 1774 presidió una reunión en Alexandria que adoptó las 'Resoluciones Fairfax', por las que se establecía un severo bloqueo a las importaciones británicas. Su firmeza en este sentido motivó su elección como delegado por Virginia en el primer y segundo Congresos Continentales.
Las primeras campañas de la guerra Cuando estalló el conflicto entre Massachusetts y Gran Bretaña en 1775, el Congreso nombró a Washington comandante en jefe del recién creado Ejército Continental, esperando con ello atraer a Virginia a la lucha iniciada por Nueva Inglaterra contra Gran Bretaña. Tras expulsar a los británicos de Boston, avanzó hacia Nueva York, donde fue derrotado en agosto de 1776 por el general William Howe.
Aunque desmoralizado por la facilidad con que Howe había tomado Nueva York y el norte de Nueva Jersey, Washington cruzó el río Delaware en la noche del 25 de diciembre de 1776 y tomó Trenton. El 3 de enero de 1777 derrotó a las tropas británicas en la batalla de Princeton.
Washington trató infructuosamente de bloquear el avance de Howe hacia Filadelfia en la batalla de Brandywine Creek en septiembre. Tras la ocupación británica de la ciudad, libró un nuevo combate en Germantown, pero la superioridad británica le obligó a retirarse. Junto a sus hombres pasó el invierno siguiente en Valley Forge, al oeste de Filadelfia.
En junio de 1778, después que Francia entrara en la guerra, aliada a las colonias, el nuevo comandante británico, sir Henry Clinton, evacuó Filadelfia y marchó por tierra hacia Nueva York. Washington le atacó en Monmouth (Nueva Jersey), pero su ataque volvió a ser repelido.
Victoria Washington pasó los dos años siguientes con su ejército acampado en un largo semicírculo alrededor de Nueva York. La llegada en 1780 de tropas francesas al mando del conde de Rochambeau aumentó sus defensas, pero el débil gobierno de Estados Unidos estaba a punto de desmoronarse, por lo que era preciso conseguir una victoria rápida.
Washington y Rochambeau desplazaron 7.000 hombres, desde el estado de Nueva York hasta Virginia en menos de cinco semanas. Posteriormente mandó aviso al marqués de La Fayette, que comandaba las tropas estadounidenses en Virginia, para que evitara que el comandante británico lord Cornwallis abandonara su base de operaciones en Yorktown. A finales de septiembre, el ejército conjunto franco-norteamericano se unió a La Fayette, y 36 barcos franceses se desplegaron sobre la costa para impedir que Yorktown recibiera ayuda por mar. Washington obligó a Cornwallis a rendirse en octubre tras un breve asedio. Aunque la paz y el reconocimiento británico de la independencia estadounidense aún tardarían dos años en llegar, Yorktown fue la batalla decisiva de la guerra.
Washington como estratega militar La contribución de Washington a la victoria de las colonias frente a Gran Bretaña fue decisiva, tanto desde el punto de vista estratégico y militar, superando en el campo de batalla a un ejército profesional, como desde un aspecto político, al convertir al Ejército Continental en elemento de cohesión para la nueva nación, ante la fragilidad de un reciente gobierno.
LIDERAZGO POLÍTICO. En una de sus últimas acciones como jefe militar, Washington emitió una circular a los estados suplicándoles que formaran un gobierno nacional fuerte. En 1783 regresó a Mount Vernon para dedicarse de lleno a su plantación. El motín de Shay, una revuelta armada que tuvo lugar en Massachusetts (1786-1787) provocada por la crisis económica, convenció a muchos estadounidenses de la necesidad de contar con un gobierno más fuerte. Washington y otros nacionalistas de Virginia fueron los encargados de organizar la Convención Constitucional de 1787, con ese fin. Elegido como delegado por la Asamblea General de Virginia, fue nombrado presidente de la Convención. La asistencia de Washington a la Convención Constitucional y su apoyo a la ratificación de la Constitución tuvieron una importancia crítica para las convenciones estatales de 1787 y 1788 y convirtieron a Washington en el principal candidato para la presidencia de Estados Unidos.
Su primer gobierno Elegido presidente en 1788 y nuevamente en 1792, Washington presidió la formación y operaciones iniciales del nuevo gobierno. Su estricta dignidad y sentido de la decencia frenaron el partidismo que caracterizaría las administraciones de sus tres sucesores: John Adams, Thomas Jefferson y James Madison. Asimismo, tomó varias decisiones que tuvieron vital importancia a largo plazo. Instituyó el gabinete, a pesar de que la Constitución no contemplaba la formación de dicho cuerpo y actuó de forma independiente del Congreso, evitando así el desarrollo de facciones. Con el nombramiento de Alexander Hamilton como secretario del Tesoro (ministro de Hacienda) y Thomas Jefferson como secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores), puso a las dos figuras más capacitadas y relevantes de la generación revolucionaria en los puestos de mayor responsabilidad. Washington apoyó las innovaciones en política fiscal propuestas por Hamilton: deuda nacional consolidada, creación del Banco de Estados Unidos, asunción de las deudas de los estados e impuestos sobre el consumo, con lo cual el gobierno federal afirmaba su poder para recaudar impuestos y derechos de importación lo bastante altos como para pagar los intereses de la creciente deuda nacional. Igualmente, permitió a Jefferson llevar a cabo una política favorecedora del comercio y la cooperación con todos los estados europeos. Washington no fue capaz de prever que al final las políticas de Hamilton y Jefferson eran incompatibles. El plan de Hamilton de ampliar la deuda nacional para ofrecer buenos beneficios a los inversores dependía del comercio intensivo con Gran Bretaña que generaría ingresos por importación que servirían para pagar la deuda. Este planteamiento suponía interferir en política exterior, hasta el punto de que Hamilton informó en secreto a los británicos.
Su segundo gobierno El estallido de la guerra entre la Francia revolucionaria y la coalición integrada por Gran Bretaña, Prusia y Austria en 1793 puso en peligro la política exterior estadounidense y cortó el plan de Hamilton. Cuando el enviado francés Edmond Gênet llegó a Charleston en abril de 1793 y empezó a reclutar corsarios y a prometer ayudas a los especuladores de tierras que solicitaban la ayuda francesa para expulsar a España de la costa del golfo de México, Washington insistió, soslayando las reservas de Jefferson, en que Estados Unidos declarara su neutralidad en la guerra entre Francia y Gran Bretaña. Las inclinaciones antifrancesas de Washington, unidas a la actitud agresiva del nuevo régimen francés hacia Estados Unidos, sirvieron para que triunfara la política de Hamilton, formalizada en el Tratado de Jay de 1795, que solventó las diferencias más importantes existentes entre Estados Unidos y Gran Bretaña.
El tratado, del que muchos estadounidenses pensaban que hacía demasiadas concesiones a los británicos, levantó ásperas controversias. El Senado lo ratificó, pero los oponentes de la Cámara de Representantes intentaron bloquear las apropiaciones para crear una maquinaria reguladora. Washington puso en duda la corrección de la Cámara por manipular el tratado y logró finalmente su ejecución. En su discurso de despedida que marcó el fin de su presidencia, pidió a Estados Unidos que evitara las alianzas poco claras y el rencor partidista.Tras abandonar el cargo en 1797 se retiró a Mount Vernon, donde murió el 14 de diciembre de 1799.

Napoleón

Emperador Francés (1769-1821)

Napoleón Bonaparte: Emperador de los franceses (1804-1815) que consolidó e instituyó muchas de las reformas de la Revolución Francesa. Asimismo, fue uno de los más grandes militares de todos los tiempos, conquistó la mayor parte de Europa e intentó modernizar las naciones en las que gobernó.
Napoleón nació el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio (Córcega) y recibió el nombre de Napoleone. Era el segundo de los ocho hijos de Carlos Bonaparte y Letizia Ramolino, miembros ambos de la pequeña burguesía corso-italiana. Su padre trabajaba como abogado y luchó por la independencia de Córcega; después de que los franceses ocuparan la isla en 1768, ejerció como fiscal y juez e ingresó en la aristocracia francesa con el título de conde. Gracias a la influencia de su padre, la formación de Napoleón en Brienne y en la Escuela Militar de París estuvo subvencionada por el propio rey Luis XVI. Terminó sus estudios en 1785 -a los 16 años- y sirvió en un regimiento de artillería con el grado de teniente.
Una vez que dio comienzo la Revolución Francesa, pasó a ser teniente coronel de la Guardia Nacional corsa (1791); sin embargo, cuando Córcega declaró su independencia en 1793, Bonaparte, decididamente partidario del régimen republicano, huyó a Francia con su familia. Fue nombrado jefe de artillería del ejército encargado de la reconquista de Tolón, una base naval alzada en armas contra la República con el apoyo de Gran Bretaña (que junto a Prusia, Austria, Holanda y España, tras la declaración de guerra francesa a ésta última, habían constituido la Primera Coalición contra Francia en 1793). Reemplazó a un general herido, y, distribuyendo hábilmente sus cañones, expulsó del puerto a las naves británicas y reconquistó finalmente esta posición. Como recompensa por su acción Bonaparte fue ascendido a general de brigada a la edad de 24 años. En 1795 salvó al gobierno revolucionario restableciendo el orden tras una insurrección realista desatada en París. En 1796 contrajo matrimonio civil con Josefina de Beauharnais, viuda de un aristócrata guillotinado durante la Revolución y madre de dos hijos.
LAS PRIMERAS CAMPAÑAS. Napoleón fue nombrado comandante del ejército francés en Italia en 1796. Derrotó sucesivamente a cuatro generales austriacos cuyas tropas eran superiores en número, y obligó a Austria y sus aliados a firmar la paz. El Tratado de Campoformio estipulaba que Francia podía conservar los territorios conquistados, en los que Bonaparte fundó, en 1797, la República Cisalpina (Venecia), la República Ligur (Génova) y la República Transalpina (Lombardia), y fortaleció su posición en Francia enviando al Tesoro millones de francos. En 1798 dirigió una expedición a Egipto, que se encontraba bajo el dominio turco, para cortar la ruta británica hacia la India. Aunque conquistó este país, su flota fue destruida por el almirante británico Horatio Nelson y el militar francés quedó aislado en el norte de África tras ser derrotado en la batalla del Nilo. Bonaparte no se desanimó ante este contratiempo y se dedicó a la reforma de la administración y legislación egipcias: la servidumbre y el feudalismo fueron abolidos y los derechos básicos de los ciudadanos garantizados. Los eruditos franceses que le habían acompañado en el viaje comenzaron a estudiar la historia del antiguo Egipto y a realizar diversas excavaciones arqueológicas. No consiguió conquistar Siria en 1799, pero logró una victoria aplastante sobre los turcos en Abukir. Mientras tanto, Francia hacía frente a una nueva situación internacional: Austria, Rusia, Nápoles y Portugal se habían aliado con Gran Bretaña, configurando la Segunda Coalición.
LA FRANCIA NAPOLEÓNICA. Napoleón decidió abandonar a su ejército y regresar a Francia para salvar el país ante la crisis del Directorio. Cuando llegó a París se unió a una conspiración contra el gobierno. Bonaparte y sus compañeros tomaron el poder durante el golpe de Estado del 9-10 de noviembre de 1799 (18-19 de brumario según el calendario revolucionario) y establecieron un nuevo régimen, el Consulado. Según la constitución del año VIII, Napoleón, que había sido nombrado primer cónsul, disponía de poderes casi dictatoriales. La Constitución del año X, por él dictada en 1802, otorgó carácter vitalicio a su consulado y, finalmente, se proclamó emperador en 1804. El electorado mostró su respaldo absoluto a cada una de estas reformas. Bonaparte cruzó los Alpes con un ejército en 1800 y derrotó a los austriacos en la batalla de Marengo, con lo que su poder quedó afianzado. Entabló negociaciones para restablecer la paz en Europa y conseguir que el Rin fuera reconocido como la frontera oriental de Francia. Asimismo, firmó el Concordato de 1801 con el papa Pío VII, que apaciguó los ánimos en el interior del país al poner fin al enfrentamiento con la Iglesia católica, originado desde el inicio de la Revolución. En cuanto a la política interior, Napoleón reorganizó la administración, simplificó el sistema judicial y sometió a todas las escuelas a un control centralizado. La legislación civil francesa quedó tipificada en el Código de Napoleón y en otros seis códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el periodo revolucionario, incluida la igualdad ante la ley y la libertad de culto.
LAS GUERRAS DE CONQUISTA. Gran Bretaña, irritada por la hostilidad de las acciones de Napoleón, reanudó la guerra naval con Francia en abril de 1803. Dos años después, Rusia y Austria se unieron a Gran Bretaña en la Tercera coalición. Napoleón descartó su plan de invadir Inglaterra y dirigió sus ejércitos contra las fuerzas austro-rusas, a las que derrotó en la batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805. Conquistó el reino de Nápoles en 1806 y nombró rey a su hermano mayor, José; se tituló rey de Italia (1805), desintegró las antiguas Provincias Unidas (hoy Países Bajos), que en 1795 había constituido como República de Batavia, y fundó el reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis, y estableció la Confederación del Rin (que agrupaba a la mayoría de los estados alemanes) que quedó bajo su protección. Fue entonces cuando Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza y atacaron a la confederación. Napoleón aniquiló al ejército prusiano en Jena y Auerstedt (1806) y al ruso en Friedland. En Tilsit (julio de 1807), estableció un acuerdo con el zar Alejandro I por el que se reducía enormemente el territorio de Prusia (véase Tratados de Tilsit); también incorporó nuevos estados al Imperio: el reino de Westfalia, gobernado por su hermano Jerónimo, y el ducado de Varsovia, entre otros.
Durante este tiempo Bonaparte había impuesto el Sistema Continental en Europa, que consistía en un bloqueo sobre las mercancías británicas con el propósito de arruinar el poderoso comercio de Gran Bretaña. Conquistó Portugal en 1807 y en 1808 nombró a su hermano José rey de España, tras lograr la abdicación de Fernando VII en Bayona e invadir el país, dejando Nápoles como recompensa para su cuñado, Joachim Murat. La llegada a España de José Bonaparte recrudeció la guerra de la Independencia española. Napoleón se trasladó a España durante un tiempo y consiguió varias victorias, pero la lucha se reanudó tras su partida, prolongándose durante cinco años la guerra entre las tropas francesas y las españolas (apoyadas por Gran Bretaña), jugando un papel fundamental la lucha de guerrillas. Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300.000 bajas) y económico para Francia que contribuyó al debilitamiento final del Imperio napoleónico.
Bonaparte venció a los austriacos en Wagram en 1809, convirtió los territorios conquistados en las Provincias Ilirias (en la actualidad parte de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro) y conquistó los Estados Pontificios. Después de repudiar a Josefina, contrajo matrimonio en 1810 con María Luisa, archiduquesa de Austria e hija del emperador austriaco Francisco I, perteneciente a la Casa de Habsburgo. Con este enlace vinculaba su dinastía a la más antigua de la casas reales de Europa, con la esperanza de que su hijo, nacido en 1811 y al que otorgó el título de rey de Roma como heredero del Imperio, fuera mejor aceptado por los monarcas reinantes. El Imperio alcanzó su máxima amplitud en 1810 con la incorporación de Bremen, Lübeck y otros territorios del norte de Alemania, así como con el reino de Holanda, después de obligar a abdicar a su hermano Luis I Bonaparte.
LA EUROPA NAPOLEÓNICA. El Código Napoleónico se implantó en todos los Estados creados por el Emperador. Se abolieron el feudalismo y la servidumbre y se estableció la libertad de culto (salvo en España). Le fue otorgada a cada Estado una constitución en la que se concedía el sufragio universal masculino y una declaración de derechos y la creación de un parlamento; fue instaurado el sistema administrativo y judicial francés; las escuelas quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo libre de manera que cualquier ciudadano pudiera acceder a la enseñanza secundaria sin que se tuviera en cuenta su clase social o religión. Cada Estado disponía de una academia o instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el trabajo de los investigadores, principalmente el de los científicos. La creación de gobiernos constitucionales siguió siendo sólo una promesa, pero el progreso y eficacia de la gestión fueron un logro real.
Para América Latina, la figura de Napoleón Bonaparte es fundamental. Su intervención en España, las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, la entrega del trono español a su hermano José, que reinó en España y las Indias con el título de José I; la promulgación de la Constitución de Bayona en 1808, que reconocía la autonomía de las provincias americanas del dominio español; sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos territorios, cuyos habitantes nunca quisieron aceptar los planes y designios del emperador, son elementos básicos para entender los movimientos de emancipación y las guerras hispanoamericanas por su independencia.
LA CAÍDA DE NAPOLEÓN. La alianza de Bonaparte con el zar Alejandro I quedó anulada en 1812 y Napoleón emprendió una campaña contra Rusia que terminó con la trágica retirada de Moscú. Después de este fracaso, toda Europa se unió para combatirle y, aunque luchó con maestría, la superioridad de sus enemigos imposibilitó su victoria. Sus mariscales se negaron a continuar combatiendo en abril de 1814. Al ser rechazada su propuesta de renunciar a sus derechos en favor de su hijo, hubo de abdicar, permitiéndole conservar el título de emperador y otorgándosele el gobierno de la isla de Elba. María Luisa y su hijo quedaron bajo la custodia del padre de ésta, el emperador de Austria Francisco I, y Napoleón no volvió a verlos nunca, a pesar de su dramática reaparición. Escapó de Elba en marzo de 1815, llegó a Francia y marchó sobre París tras vencer a las tropas enviadas para capturarle, iniciándose el periodo denominado de los Cien Días. Establecido en la capital, promulgó una nueva Constitución más democrática y los veteranos de las anteriores campañas acudieron a su llamada, comenzando de nuevo el enfrentamiento contra los aliados. El resultado fue la campaña de Bélgica, que concluyó con la derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815. En París las multitudes le imploraban que continuara la lucha pero los políticos le retiraron su apoyo, por lo que abdicó en favor de su hijo, Napoleón II. Marchó a Rochefort donde capituló ante el capitán del buque británico Bellerophon. Fue recluido entonces en Santa Elena, una isla en el sur del océano Atlántico. Permaneció allí hasta que falleció el 5 de mayo de 1821.
LA LEYENDA DE NAPOLEÓN. El culto a Napoleón comenzó en vida del emperador; el propio Bonaparte lo fomentó durante su primera campaña divulgando sus victorias de forma sistemática. Como primer cónsul y emperador encargó la realización de obras hagiográficas a los mejores escritores y artistas de Europa y favoreció esta idolatría mediante la celebración de ceremonias conmemorativas de su gobierno en las que aparecía como el artífice de la época más gloriosa de Francia; solía decir que había conservado las conquistas de la Revolución Francesa y ofrecido sus beneficios a toda Europa en un intento de fundar una federación europea de pueblos libres.
Sus restos fueron trasladados a París en 1840 a petición del rey Luis Felipe I de Orleans y se enterraron con grandes honores en los Inválidos, donde permanecen actualmente.
VALORACIÓN. La influencia de Napoleón sobre Francia puede apreciarse incluso hoy en día. Los monumentos en su honor se encuentran por doquier en París; el más señalado es el Arco del Triunfo, situado en el centro de la ciudad y erigido para conmemorar sus victoriosas campañas. Su espíritu pervive en la constitución de la V República y el Código de Napoleón sigue siendo la base de la legislación francesa y de otros estados, y tanto el sistema administrativo como el judicial son esencialmente los mismos que se instauraron durante su mandato; igualmente se mantiene el sistema educativo regulado por el Estado. Las reformas radicales que aplicó Napoleón en otras partes de Europa alentaron las sucesivas revoluciones del siglo XIX de carácter liberal y nacionalista.Aparte de su importancia como transmisor de las ideas e instituciones revolucionarias a Europa, lo que, avanzado el siglo XIX consagraría a esta centuria como el periodo paradigmático de las revoluciones liberales, Napoleón dejó una inigualada impronta como un genio militar. Cuando se encontraba exiliado en Santa Elena dijo "Waterloo borrará de la memoria todas mis victorias", pero se equivocaba. Napoleón es recordado más por sus dotes como estratega que por su gobierno ilustrado.

Julio Cesar

Emperador Romano (100-44 aC)

Cayo Julio César: General y político romano, creó los cimientos del futuro sistema imperial romano al final de la República.
LA PRIMERA ETAPA DE SU VIDA. Nacido en Roma el 12 o 13 de julio del año 100 a.C., perteneció a la prestigiosa familia Julia; desde su más tierna infancia conoció la polémica política. Su tío fue Cayo Mario, líder de los populares. Este partido apoyó reformas agrarias contra las que estaban los reaccionarios optimates, una fracción senatorial. En su último año como cónsul, Mario provocó muchas bajas entre los optimates, al mismo tiempo que nombraba al joven César flamen dialis, uno de los arcaicos sacerdocios sin poder. Esto lo identificó con la política extremista de su tío, y su matrimonio en el 84 a.C. con Cornelia, la hija del socio de Mario, Cinna, reafirmó su confirmación como radical. Cuando Lucio Cornelio Sila, líder de los optimates, fue nombrado dictador en el 82 a.C., publicó una lista de adversarios para ser ejecutados. Aunque César no resultó perjudicado, Sila le ordenó que se divorciara de Cornelia. Negándose a cumplir esa orden, creyó prudente salir de Roma. No regresó a la ciudad hasta el 78 a.C., tras la dimisión de Sila.
César tenía entonces 22 años. Incapaz de obtener un cargo, dejó Roma de nuevo y se fue a Rodas, donde estudió retórica; regresó a Roma en el 73 a.C., convertido en un orador muy persuasivo. El año anterior, mientras estaba en Rodas, había sido elegido para el Pontificado, un importante colegio de sacerdotes romanos.
EL TRIUNVIRATO. En el año 71 a.C. Pompeyo Magno, que se había hecho acreedor de su epíteto sirviendo bajo el mando de Sila, regresó a Roma, tras derrotar a Quinto Sertorio, el general de los rebeldes populares, en Hispania. Ese mismo año, Marco Licinio Craso, patricio acaudalado, reprimió la sublevación de esclavos dirigida por Espartaco en Italia. Tanto Pompeyo como Craso obtuvieron el consulado en el 70 a.C. Pompeyo, quien para entonces había cambiado de bando, era técnicamente inadecuado, pero con la ayuda de César obtuvo el cargo. En el 69 a.C., César fue elegido cuestor y en el 65 a.C. edil curul, cargo en el que obtuvo gran popularidad con sus generosos juegos de gladiadores. Para pagarlos, pidió dinero prestado a Craso. Esto unió a los dos hombres, quienes también hicieron causa común con Pompeyo. Cuando César regresó a Roma en el 60 a.C., después de un año como gobernador de Hispania, se unió a Craso y Pompeyo para formar el primer triunvirato; con el fin de fortalecer aun más su relación, Pompeyo se casó con la hija de César, Julia. Con la ayuda de esta alianza, César fue elegido cónsul en el 59 a.C. a pesar de la hostilidad optimate, y en el 58 a.C. se le nombró gobernador de la Galia. Durante los siete años siguientes dirigió las campañas conocidas como las guerras de las Galias, al final de las cuales el poder romano se estableció sobre el centro y norte de Europa, al oeste del río Rin.
3.1.El juego del poder Mientras César estaba en las Galias, sus agentes intentaron dominar la política en Roma. Sin embargo, esto amenazó la posición de Pompeyo y fue necesario que los triunviros se reunieran en Lucca en el 56 a.C., tras lo cual se reconciliaron. Se decidió que César podía continuar en las Galias otros cinco años, mientras Pompeyo y Craso podían ser cónsules en el 55 a.C.; después de esa fecha, los triunviros tendrían poder proconsular sobre sus respectivas provincias. César se marchó para reprimir una sublevación en las Galias y dirigir una expedición a Britania. Cuando llegó a Britania se supone que dijo "veni, vidi, vinci" ("llegué, vi y vencí"). Craso, siempre ansioso de gloria militar, se marchó a su cargo en Siria. Después de entrar en guerra con Partia, fue derrotado y muerto en Carres en el 53 a.C. Esto aumentó las diferencias entre César y Pompeyo, cuyos lazos familiares se habían roto con la muerte de Julia en el 54 a.C.
LA GUERRA CIVIL. En el año 52 a.C., tras el fallecimiento de Craso, Pompeyo fue nombrado único cónsul. Este cargo, combinado con sus otros poderes, lo situó en una posición privilegiada. Celoso de sus jóvenes rivales, decidió acabar con el poder de César, un objetivo que no podía realizar sin antes quitarle el mando de las Galias. Para protegerse, César sugirió que él y Pompeyo renunciaran a sus mandos simultáneamente, pero esto fue rechazado; incitado por Pompeyo, el Senado pidió a César que renunciara a su mando y disolviera su ejército o sería considerado enemigo público. Los tribunos, que eran agentes de César, vetaron esta moción, pero fueron expulsados del Senado. Entonces éste confió a Pompeyo la seguridad del Estado. Sus fuerzas, muy superiores en número a las de César, estaban dispersas por todas las provincias y sus tropas de la península Itálica no estaban preparadas para la guerra. A principios del año 49 a.C. César cruzó el Rubicón, un pequeño río que separaba su provincia gala cisalpina de Italia y se dirigió rápidamente hacia el sur. Pompeyo huyó a Brundisium (la actual Brindisi) y desde allí a Grecia. En el periodo de tres meses, César controló toda la península Itálica y sus fuerzas tomaron Hispania y el puerto clave de Massilia (la actual Marsella, en Francia).
En Roma, César se convirtió en dictador hasta ser elegido cónsul en el 48 a.C. A principios de ese año llegó a Grecia y destruyó las fuerzas de Pompeyo en Farsalia. Éste huyó a Egipto, donde fue asesinado. Cuando César visitó Egipto, instaló a Cleopatra, hija del fallecido rey Tolomeo XII, como reina. En el 47 a.C. sometió a Asia Menor y regresó a Roma como dictador. Aproximadamente en el 48 a.C. todas las fuerzas optimates habían sido derrotadas y el mundo mediterráneo pacificado.
DICTADURA Y ASESINATO. La base del poder de César era su posición de dictador 'vitalicio'. Según la constitución tradicional republicana este cargo sólo podía desempeñarse durante seis meses en una situación de gravedad extrema. Sin embargo, esa regla se había roto incluso antes de César. Sila había gobernado como dictador durante varios años y César siguió este precedente. También fue nombrado cónsul por diez años en el año 45 a.C. (en el mismo año en que derrotó, en la península Ibérica, a los hijos de Pompeyo Magno en la batalla de Munda) y recibió la inviolabilidad de los tribunos. Además obtuvo honores que incrementaron su prestigio. Vistió la toga, la corona y el cetro de un general triunfante y usó el título de imperator. Es más, como sumo sacerdote, fue jefe de la religión del Estado, pero sobre todo tenía el mando de todos los ejércitos, lo cual continuó siendo la principal fuente de su poder.
César estableció un programa de reformas muy variado. En las provincias eliminó el corrupto sistema de impuestos, patrocinó el establecimiento de colonias de veteranos y amplió la ciudadanía romana. En la metrópoli reorganizó las asambleas e incrementó el número de senadores. Su reforma del calendario dio a Roma un medio racional para registrar el tiempo.
Sin embargo, varias familias senatoriales sentían que César amenazaba sus posiciones; el honor y los poderes de César les hacían temer que éste quisiera ser rex (rey), un título que, como republicanos, odiaban. En el año 44 a.C., un grupo de senadores, entre ellos Cayo Casio y Marco Junio Bruto, conspiraron para llevar a cabo su asesinato. En los idus (el 15) de marzo del 44 a.C., cuando César entró en el Senado, el grupo lo asesinó.
VIDA ÍNTIMA. Después de la muerte de la primera esposa de César, Cornelia, en el 68 a.C., se casó con Pompeya, nieta de Sila. Cuando los misterios de la Bona Dea, presididos por ella, fueron violados, fue difamada por las habladurías y César se divorció, arguyendo ante el Senado que su esposa debía estar por encima de toda sospecha (no sólo debía ser honrada, sino parecerlo). Su siguiente matrimonio (59 a.C.) lo llevó a cabo con Calpurnia y se debió a motivos políticos. Al no tener César herederos varones, en su testamento estableció la condición de que su sobrino nieto, Octavio, se convirtiera en su sucesor. Octavio fue el primer emperador de Roma con el nombre de Augusto.
César fue un escritor de talento, con un estilo claro y sencillo. Sus Comentarios sobre la guerra de las Galias (De bello gallico), en los cuales describe las Galias y sus campañas gálicas, son unas de las principales fuentes de información sobre las primeras tribus celtas y germanas.
LOGROS. La opinión de los eruditos sobre los logros de César está dividida. Algunos le consideran un tirano sin escrúpulos, con un insaciable apego al poder, y le culpan de la desaparición de la República de Roma. Otros admiten que pudo ser cruel, pero insisten en que la República ya estaba destruida. Mantienen que para salvar el mundo romano del caos debía crearse una nueva clase de gobierno. En realidad, las reformas de César dieron estabilidad al mundo mediterráneo. También fue un general excepcional, que inspiró lealtad a sus soldados. En tanto que una de las figuras más notables del mundo antiguo, fue el tema de muchas obras literarias y biográficas, incluido el drama Julio César (c. 1599) del inglés William Shakespeare.

Escipion el africano

General Romano (234-183 aC)

Publio Cornelio Escipión: Llamado "El Africano" fue general romano y héroe de la segunda Guerra Púnica entre Cartago y Roma. En el 210 a.C., después de servir en las legiones romanas enviadas contra el general cartaginés Aníbal en el norte de Italia, Escipión obtuvo el mando de los ejércitos romanos en Hispania con el título de procónsul. Llegó allí en el 209 a.C., dirigió un ataque sorpresa contra el cuartel general del Ejército cartaginés en Cartago Nova (ahora Cartagena), perdiendo los cartagineses su principal base de aprovisionamientos. En el 208 a.C. expulsó al general cartaginés Asdrúbal Barca de Hispania, tras obtener la momentánea adhesión de algunos jefes militares indígenas, como Indíbil y Mandonio, pero no pudo impedir que aquél cruzara los Pirineos para ayudar a su hermano Aníbal en el 207 a.C. Escipión regresó triunfal a Roma en el 205 a.C., tras conquistar la Hispania meridional, incluida Gades (la actual Cádiz), y le eligieron cónsul. Entre el 204 y el 203 a.C., dirigió la invasión del norte de África, derrotando a los cartagineses en Campi Magni (región situada en la orilla de actual río Medjerda, en Túnez). Aníbal recibió ordenes de dejar Italia, pero Escipión obtuvo frente a él una victoria decisiva en la batalla de Zama en el 202 a.C. Este triunfo, que terminó con la segunda Guerra Púnica, le proporcionó el título honorífico de Africano.
En el 190 a.C., Escipión se convirtió en legado de su hermano, el cónsul de la provincia de Asia Lucio Cornelio Escipión (conocido como el Asiático), en la guerra contra el rey Seléucida Antíoco III, a quien aplastaron en la gran victoria romana de Magnesia del Sípilo, en Asia Menor. Al regresar a Roma, su enemigo Marco Porcio Catón (Catón el Viejo) le acusó de aceptar sobornos de Antíoco. Fue absuelto de las acusaciones, pero se retiró de la vida pública para vivir en su villa en Liternum (Campania). Escipión el Africano es considerado el general romano más importante anterior a Julio César.

Carlomagno

Emperador Franco (742-814)

Carlomagno: En latín, Carolus Magnus, 'Carlos el Grande' condujo a sus ejércitos francos a la victoria sobre otros numerosos pueblos, y estableció su dominio en la mayor parte de Europa central y occidental. Fue el rey más influyente en Europa durante la edad media.
JUVENTUD. Carlomagno nació probablemente en Aquisgrán (Aix-la-Chapelle, en la actual Alemania) el 2 abril del 742, hijo del rey franco Pipino el Breve y nieto de Carlos Martel. En el 751 Pipino destronó al último rey Merovingio y asumió el título real. Fue coronado por el papa Esteban II en el 754. Al lado del ya consagrado Pipino, el papa Esteban ungió a Carlomagno y a su hermano menor, Carlomán.
Ese mismo año, Pipino invadió Italia para proteger al papa de los lombardos, y en el 756 de nuevo tuvo que acudir en ayuda de aquél. Desde el 760 los principales esfuerzos militares de Pipino se centraron en la conquista de Aquitania, esto es, las tierras al sur del río Loira. Carlomagno acompañó a su padre en la mayoría de esas expediciones.
CAMPAÑAS MILITARES. Cuando Pipino murió en el 768, el gobierno de sus reinos fue compartido entre sus dos hijos. Carlomagno buscó una alianza con los lombardos al casarse en el 770 con la hija de su rey Desiderio (que reinó entre el 757 y el 774). En el 771 Carlomán murió repentinamente. Carlomagno entonces se apoderó de sus territorios, pero los herederos de Carlomán buscaron refugio en la corte de Desiderio. Por entonces, Carlomagno había repudiado a su esposa y Desiderio dejó de ser su aliado. En el 772, cuando el papa Adriano I pidió la ayuda de Carlomagno contra Desiderio, el rey franco invadió Italia, derrocó a su antiguo suegro (774) y asumió el título real. Entonces viajó a Roma y reafirmó la promesa de su padre de proteger las tierras papales. En una fecha tan temprana como el año 772, Carlomagno combatió las furiosas incursiones de los sajones en su territorio. Animado por su éxito en Italia, se embarcó en el 775 en una campaña para conquistarles y cristianizarles. La campaña tuvo algún éxito inicial pero se alargó durante treinta años. Combatió en la península Ibérica en el 778; en su viaje de regreso, su retaguardia, mandada por Roland, fue objeto de una emboscada, historia inmortalizada en La Canción de Roland. En el 788 sometió a los bávaros a su poder, y entre los años 791 y 796 los ejércitos de Carlomagno conquistaron el territorio de los ávaros (que en términos generales corresponde a las actuales Hungría y Austria).
CORONACIÓN. Establecido de este modo el dominio franco sobre muchos otros pueblos, Carlomagno había construido de hecho un Imperio y se había convertido en un emperador. Únicamente le restaba adoptar el título. El día de Navidad del 800, Carlomagno se arrodilló para orar en la basílica de San Pedro en Roma. El papa León III colocó sobre su cabeza una corona y la gente reunida en la iglesia le aclamó como el gran y pacífico emperador de los romanos.
El biógrafo de Carlomagno, Eginardo, relata que el rey quedó sorprendido por esta coronación y que si él hubiera sabido con antelación lo que en realidad ocurrió no habría entrado en la iglesia aquel día. Esta información ha sido objeto de muchas especulaciones entre los historiadores. Carlomagno probablemente deseaba y esperaba obtener el título imperial, que posteriormente utilizó. En el 813 designó su sucesor al único hijo que le quedaba, Luis (que pasó a ser conocido como Luis I el Piadoso o Ludovico Pío), y lo coronó personalmente.
ADMINISTRACIÓN. Carlomagno estableció una capital regia más duradera de lo que había sido la de sus predecesores. Su residencia favorita se situó en Aquisgrán desde el 794. Allí había construido una iglesia y un palacio, basado en parte en influencias arquitectónicas tomadas de Ravena y Roma. En su palacio reunió eruditos de toda Europa, el más famoso de los cuales fue el clérigo inglés Alcuino de York, al que puso a cargo de la escuela palatina.
La administración del Imperio fue confiada a unos 250 administradores reales denominados condes. Carlomagno emitió cientos de decretos, llamados capitulares, tratando un amplio abanico de asuntos, desde cuestiones jurídicas y militares hasta cuestiones relativas a monasterios, a la educación y a la gestión de los dominios imperiales.
El Imperio no se amplió después del 800; de hecho, ya en la década del 790 las costas y los valles ribereños sufrieron las primeras y temibles incursiones de los vikingos. Carlomagno ordenó una especial vigilancia en cada puerto, pero con escasa efectividad. Murió antes de que la completa y destructiva fuerza de los vikingos se desatara sobre el territorio imperial.
EVALUACIÓN. Carlomagno es importante no sólo por el número de sus victorias y la dimensión de su Imperio, sino también por la especial combinación de tradición e innovación que representó. Por un lado, era un tradicional guerrero germánico que pasó la mayor parte de su vida adulta combatiendo. En las campañas contra los sajones impuso el bautismo por la fuerza y se deshizo de los rebeldes con matanzas sin piedad. Por otra parte, puso todo su inmenso poder y prestigio al servicio del cristianismo, de la vida monástica, de la enseñanza del latín, de la copia de libros y del imperio de la ley. Su vida, tomada como modelo para la mayoría de reyes posteriores, personificaba la fusión de las culturas germánica, romana y cristiana, que se convertiría en la base de la civilización europea.

Guillermo I

Rey Normando (1027-1087)

Guillermo I el Conquistador: Duque de Normandía (1035-1087) y rey de Inglaterra (1066-1087). Nacido en Falaise (Normandía), Guillermo era hijo ilegítimo de Roberto I, duque de Normandía y de Arlette, hija de un curtidor, por lo que también es llamado a veces Guillermo el Bastardo. A la muerte de su padre los nobles normandos, cumpliendo la promesa que hicieron a Roberto I, aceptaron a Guillermo como su sucesor. No obstante, pronto estallaron revueltas contra el joven Guillermo, que no tuvo asegurada su posición hasta 1047 cuando, con la ayuda del rey de Francia Enrique I, logró una decisiva victoria sobre los barones rebeldes cerca de Caen.
En 1051 Guillermo obtuvo el compromiso de su primo, monarca de Inglaterra, Eduardo el Confesor (que no tenía heredero) para sucederle en el trono inglés. En 1053, desafiando una prohibición papal, contrajo matrimonio con Matilde de Flandes, hija del conde de Flandes Balduino V, descendiente del rey Alfredo el Grande. De este modo consolidó su pretensión a la corona de Inglaterra. Enrique I, temiendo el fortalecimiento de los vínculos entre Normandía y Flandes, intentó en 1054 y de nuevo en 1057 invadir el ducado de Normandía, pero en ambas ocasiones Guillermo rechazó las tropas del monarca francés e incluso logró anexionar el condado del Maine.
CONQUISTA DE INGLATERRA. Hacia 1064 el poderoso noble anglosajón Harold, conde de Wessex, fue hecho prisionero por Guillermo tras naufragar el barco en que viajaba frente a la costa normanda. Logró ser liberado tras jurar apoyo a las pretensiones de Guillermo al trono inglés. Cuando falleció el rey Eduardo (1066), el witenagemot (consejo real) eligió, no obstante, rey al conde de Wessex, con el nombre de Harold II. Determinado a hacer valer su pretensión, Guillermo obtuvo la aprobación del papa Alejandro II para la invasión normanda de Inglaterra. El duque y su ejército desembarcaron en Pevensey el 28 de septiembre de 1066. El 14 de octubre los normandos derrotaron a las tropas anglosajonas en la batalla de Hastings, durante la cual murió Harold. Guillermo se dirigió a Londres, aplastando toda la resistencia que encontró a su paso. El día de Navidad de ese año fue coronado rey de Inglaterra en la abadía de Westminster.
Guillermo hizo frente a la oposición, especialmente violenta en el norte y en el oeste, devastando grandes áreas del país, particularmente en Yorkshire, donde habían llegado tropas danesas en ayuda de los rebeldes sajones. Hacia 1070, sin embargo, se completó la conquista normada de Inglaterra.
Guillermo invadió Escocia en 1072 y obligó a su rey, Malcolm III a rendirle homenaje. Durante los siguientes años, reprimió insurrecciones de normandos y sajones en Inglaterra, incluidas las incitadas en 1075 por Ralph de Guader, primer conde de Norfolk, y Roger Fitzwilliam, conde de Hereford, y una serie de revueltas en Normandía, dirigidas por su hijo mayor, Roberto Courteheuse (posteriormente duque de Normandía como Roberto II).
SUS LOGROS. Un rasgo del reinado de Guillermo I fue la reorganización del sistema feudal y administrativo inglés. Disolvió los grandes condados, que habían disfrutado de una virtual independencia durante el gobierno de sus predecesores anglosajones y repartió los feudos confiscados entre nobles normandos de su confianza. Introdujo el sistema feudal de Europa Continental en Inglaterra al aplicar en sus nuevos dominios los principios socio-políticos existentes en sus territorios patrimoniales de Normandía. Por el Juramento de Salisbury (1086) todos los propietarios de tierras juraron lealtad a Guillermo. De este modo se estableció que la lealtad de un vasallo al rey prevalecía sobre la obediencia debida a su señor inmediatamente superior en la pirámide de vasallaje feudal. Se obligó a los señores feudales a reconocer la jurisdicción de los tribunales locales, que Guillermo conservó junto a otras muchas instituciones anglosajonas. Quedaron separados los tribunales eclesiásticos y civiles. El poder del Papado en la política interna inglesa quedó sensiblemente recortado. Otra destacada realización fue la encuesta sobre propiedades agrícolas llevada a cabo y registrada en el Domesday Book en 1086.
En 1087, durante una campaña militar contra el rey Felipe I de Francia, Guillermo arrasó la ciudad de Mantes. El caballo de Guillermo sufrió una caída en las proximidades de esta ciudad. A consecuencia de las lesiones sufridas, Guillermo murió el 7 de septiembre en Ruán. Fue sucedido por su tercer hijo, Guillermo II.

Gengis Khan

Conquistador Mongol (1167-1227)

Gengis Khan: Nombre por el que es conocido Timuyin, fue un conquistador mongol cuyos ejércitos nómadas crearon un vasto Imperio bajo su poder que se extendía desde China hasta Rusia. Nació cerca del lago Baikal (en la actual Rusia), hijo de Yesugei, jefe y dirigente mongol de una extensa región entre el río Amur y la Gran Muralla china. A la edad de trece años, Timuyin sucedió a su padre como jefe tribal. Su temprano reinado se vio marcado por las sucesivas revueltas de sus tribus y por una intensa lucha por mantener su liderazgo, pero el dirigente mongol mostró muy pronto su capacidad militar y no sólo conquistó a sus indisciplinados súbditos sino también a sus hostiles vecinos, asesinando despiadadamente a todos los que se le oponían. En 1206 Timuyin ya era el dueño de casi toda Mongolia. Ese mismo año, la asamblea de las tribus dominadas le proclamaron Gengis Kan (chêng-sze, en chino 'guerrero valeroso' en turco khân, 'señor'), líder de las tribus mongoles y tártaras unidas, y la ciudad de Karakorum (Karakoram) fue designada como su capital.
Fue entonces cuando el kan inició la conquista de China, con el pretexto de buscar un lugar de pasto para sus caballos en los fértiles campos chinos. En 1208 ya había establecido un punto de apoyo dentro de la Gran Muralla, y en 1213 dirigió a sus ejércitos hacia el Sur y el Oeste y se adentró en el territorio dominado por la dinastía Jin (1122-1234), sin detenerse hasta alcanzar la península de Shandong. En 1215 sus ejércitos tomaron la ciudad de Yenking o Zhong-du (actual Pekín), la última fortaleza china al norte del país, y en 1218 la península coreana cayó en manos de los mongoles.
En 1219, en venganza por el asesinato de algunos comerciantes mongoles, Gengis Kan envió a sus ejércitos hacia el oeste, invadiendo Jwarizm, un extenso Imperio turco formado por los actuales países de Irak, Irán y parte del Turkestán occidental. Los mongoles arrasaron Turkestán y saquearon las ciudades de Bujara y Samarkand, adquiriendo con sus asesinatos fama de espantosa ferocidad. En lo que hoy en día es el norte de la India y Pakistán, los invasores conquistaron las ciudades de Peshawâr y de Lahore así como sus territorios próximos. Al parecer, en aquellos años consejeros musulmanes habían enseñado a Gengis a apreciar el valor de las ciudades como fuentes de riqueza. En 1222 los mongoles entraron en lo que es en la actualidad Rusia y saquearon la región que se extendía entre los ríos Volga y Dniéper y desde el golfo Pérsico hasta casi el océano Ártico.
La grandeza del kan como líder militar no sólo se debió a sus conquistas sino también a la excelente organización, disciplina y maniobrabilidad de sus ejércitos. Además, el dirigente mongol fue un admirable hombre de Estado; su Imperio estaba tan bien organizado que, según se decía, los viajeros podían ir desde un extremo a otro de sus dominios sin ningún tipo de temor o peligro. Sin embargo, mostró un salvajismo sin límites hacia sus rivales y enemigos, y utilizó el asesinato como arma habitual en sus conquistas. A su muerte, ocurrida el 18 de agosto de 1227, el Imperio mongol quedó dividido entre sus tres hijos. Cuatro de sus nietos (especialmente Batu Kan y Kublai Kan) se convirtieron en grandes líderes mongoles por propio derecho. Las invasiones de Gengis Kan siguieron gozando de una gran importancia histórica mucho después de su muerte.

Clodoveo I

Rey Franco (466-511)

Clodoveo I: Fue rey de los francos (481-511) y primer monarca destacado de la dinastía Merovingia. Sucedió a su padre, Childerico I, como rey de los francos salios. Su mandato se centró fundamentalmente en unir a los francos salios del norte del Rin con los francos ripuarios del bajo Rin. Comenzó con una victoria en el año 486 sobre Siagrio, el último gobernador romano en el norte de la Galia. En torno al 493, cuando se casó con la princesa burgundia Clotilde (posteriormente canonizada como santa Clotilde), Clodoveo había derrotado a muchos príncipes de escaso rango cuyos territorios rodeaban su capital, situada en Soissons. Más tarde entró en conflicto, en el 496, con la confederación de tribus germánicas conocidas como alamanes, que habitaban las tierras orientales de sus dominios. Según la leyenda, pudo derrotar a su enemigo gracias a la invocación a Dios que hizo su esposa, de religión cristiana. Clotilde fue ciertamente un instrumento clave en la conversión de Clodoveo al cristianismo siendo bautizado en el 496. Llegó a ser la principal figura del cristianismo de toda la Galia y recibió el apoyo de la Iglesia en todas sus campañas. Continuó luchando contra los alamanes, quienes fueron sometidos completamente hacia el año 506; al año siguiente, los visigodos fueron derrotados de forma decisiva cuando su rey, Alarico II, fue muerto por Clodoveo en la batalla que tuvo lugar cerca de Poitiers, en Vouillé. Clodoveo convirtió París en la capital del reino franco, el cual abarcaba entonces la mayor parte de la actual Francia y el suroeste de Alemania. De acuerdo con la costumbre salia, repartió su reino entre sus cuatro hijos.

Alarico I

Rey Visigodo (370-410)

Alarico I: Nació en una isla situada en el delta del río Danubio. Durante su juventud, los visigodos emigraron al oeste, huyendo del ataque de los hunos y sirviendo como tropas mercenarias auxiliares del emperador romano Teodosio I el Grande; las primeras noticias que se tienen de Alarico le sitúan en el año 394 como jefe de dichas fuerzas. A la muerte de Teodosio (395) los visigodos renunciaron a su lealtad a Roma, y reconocieron a Alarico como rey, el cual pronto dirigió a sus tropas hasta Grecia; saqueó Corinto, Argos y Esparta y dispensó a Atenas sólo a cambio de un importante rescate. Tras ser derrotado por el general romano Flavio Estilicón, Alarico se retiró con su botín y consiguió del nuevo emperador romano de Oriente, Arcadio, una comisión como prefecto de la provincia romana de Iliria. En el 402, Alarico invadió la península Itálica, pero fue nuevamente rechazado por Estilicón. Más adelante, el emperador romano de Occidente, Flavio Honorio, que estaba preparando una guerra contra el Imperio romano de Oriente, convenció a Alarico para que uniera sus fuerzas a las suyas.
Cuando Arcadio murió en el 408, Roma abandonó su plan de atacar a Oriente, por lo cual Alarico exigió 1.814 kg de oro como compensación. A petición de Estilicón, el gobierno romano accedió a esta exigencia, pero poco después, Flavio Honorio ordenó la ejecución de Estilicón y canceló el acuerdo. Alarico invadió Italia, sitió Roma y exigió un gran rescate. En el año 410, sus tropas tomaron y saquearon la capital del Imperio romano de Occidente. Una gran tormenta obligó a Alarico a abandonar su siguiente campaña, la invasión de Sicilia y el norte de África. Murió poco después y le sucedió su hermano, Ataúlfo.